sábado, 8 de febrero de 2014

Los Hombres Sensibles, los Refutadores de Leyendas y los Reyes Magos




¿Qué virtud encierra creer en lo evidente? Cualquier papanatas es capaz de suscribir que existen las licuadoras y los adoquines. En cambio se necesita cierta estatura para atreverse a creer en lo que no es demostrable y -más aún- en aquello que parece oponerse a nuestro juicio. Para lograrlo hay que aprender -como quería Descartes- a desconfiar del propio razonamiento. Por supuesto, en nuestro tiempo cualquier imbécil tiene una confianza en sus opiniones que ya quisiera para sí el filósofo más pintado.

La incredulidad es -según parece- la sabiduría que se permiten los hombres vulgares.

Nosotros resolvimos apostar una vez más por las ilusiones.

Por eso hicimos nuestras cartitas, pusimos nuestros enormes y pringosos zapatos en las ventanas, en los patios y aún en los jardines. 

Y el 6 de enero recogimos nuestros sencillos regalos y se los mostramos a los vecinos.
- Mire lo que nos trajeron los Reyes

Algunos Refutadores de Leyendas nos miraban con envidia,  silenciosamente.


"Crónicas del Ángel Gris".- Alejandro Dolina.